jueves, agosto 21, 2008

Tengo frío. Estoy acurrucada abrazando mis rodillas, cuando levanto la cabeza y a mi alrededor veo blanco. Esa ausencia de color me invade. Busco con la mirada una salida y mis ojos más despiertos me permiten distinguir formas. Estoy en una gran montaña, en su pico más alto, en su minúscula cima. Pero a mi alrededor no hay montañas. Estoy sola. No hay nada que hacer y hay que hacer todo. No me falta nada y me falta todo. ¿Cuál es el camino correcto? ¿Debo bajar? ¿Quiero, puedo bajar? ¿Qué espero esperando? Un caballo no cabe. ¿Qué encontraré en el recorrido? ¿Y si quedo varada? ¿Y si no encuentro lo que busco? Mejor, ¿qué busco? ¿Cómo sé si ese camino me llevará a algún lugar?
Aparece otra montaña y desde allí veo señales. Con juegos de luces nos comunicamos. Pasa el tiempo, armamos códigos. ¿Qué le significarán? Es una conversación de interioridades imaginadas. Creo saber qué intenta decirme. Si continúa apuntándome con su luz, presumo que también tendrá una teoría de mis mensajes. O, simplemente, acompañan sus días.
Aún no sé qué será de mí, pero no me iré muy lejos. Compartiré con su luz mi destino.

1 comentario:

Emiliano dijo...

Luces e interioridades imaginadas....
Conexiones con otros y con nosotros, intercambio de mundos.
¡Me gustó mucho!